Taylor Swift: Fearless

El álbum de debut de Taylor Swift fue capaz de hacer saltar en añicos la imagen tradicional asociada a la música country, dominada por artistas masculinos maduros que visten elegantes sombreros Stetson. Taylor, una jovencita, rubia de ojos azules y que escribe sus propias canciones, fue capaz de vender más de tres millones de copias de su álbum de debut (fue record de ventas de un álbum country en un solo año). Se ha convertido en una megaestrella a fuerza de llevar al country hacia el terreno del pop (o al contrario, no lo tengo muy claro) con un repertorio dirigido claramente hacia una público femenino adolescente.

Acaba de publicar su segundo álbum "Fearless", en el que se nos presenta con una mayor madurez de contenidos, pero persiste en la fórmula que tanto éxito le ha proporcionado. Si exceptuamos un par de tracks donde se vislumbran de manera tímida el sonido country -banjo y fiddle-, el resto del trabajo se nutre de los sonido actuales pop caracterizados por una ominipresencia de la guitarra. El objetivo es claro: extender su dominio más allá de la música country...y parece que lo pueda conseguir: En su primera semana ha vendido 592.000 copias (sólo The Eagles con su "Long Road Out Of Eden" supera esa cifra con 711.000 unidades vendidas). Aunque en algunas canciones como "Change" sus letras evidencian cierta preocupación por temas políticos o sociales, lo cierto es que el hilo conductor de su discuros no es otro que las vivencias amorosas de una adolescente en la high-school. Sólo nos falta ver aparecer a unicornios y arcos iris entre los sonidos pop de sus interpretaciones.

Ahí reside precisamente el encanto de esta cantante, una atractiva mezcla de sonido impersonal (pero perfectamente adaptado a los gustos actuales) junto con las púdicas confesiones de una adolescente con las que se pueden identificar una parte importante del público. En definitiva, música inofensiva y políticamente correcta interpretada con la inocencia de una bella mujercita... una combinación que se muestra irresistible en un mercado de la música country cada vez más desorientado y atrapado en las redes del pop.


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