
En este su segundo álbum muestra una tonalidad vocal más limitada que, quizá forzando su voz real, tiene un parecido al gran Ernest. Su linaje se manifiesta además en la circunstancia de que versionea en el disco cuatro temas, tres de los cuales fueron compuestos por Glenn Douglas Tubb (prolífico compositor de temas para Johnny Cash, George Jones y Tammy Wynette entre otros) y el otro por Mel Tillis.
Siempre fiel al country puro, sin adulterar, solo coquetea con el rockabilly en el track "Annie Don't Work No More", por cierto escrito por Ronnie Wade, otro pariente. Aunque las versiones sean la parte más brillante del álbum, los nuevos temas tampoco están mal. Eso sí, no esperéis dulces canciones de amor -seguro que le marcó los cinco años que pasó encarcelado por posesión de marihuana-, son canciones simples y pegadizas que la banda de músicos (The Modern Day Troubadours) que le acompaña se encarga de hacerlas más agradables. Es obvio que no reniega de sus orígenes, pero no es la reencarnación de Ernest, tiene su propia personalidad, un sonido country al más puro estilo tradicional que a algunos les sabrá a poco los 38 minutos de duración del disco.
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